La importancia de la música para el aprendizaje de la infancia con sordera

Hace unos días os contamos la alianza y el trabajo de formulación de un proyecto conjunto con la Plataforma Digital Crecer con Confianza y queríamos ampliar la información con una nueva entrada sobre por qué es tan importante para la Asociación Prosordos Gregorio Ybarra participar en este proyecto.

¿Y por qué creemos que nuestra alianza puede dar grandes frutos en el colectivo con sordera?

Los beneficios del aprendizaje musical

El aprendizaje en la infancia es un proceso constructivo interno que abarca más áreas que la de adquirir conocimientos formales y la música es un instrumento fundamental para su desarrollo interno que, además, facilita su proceso educativo.

Los beneficios que conlleva el aprendizaje musical son muy numerosos ya que estimula el desarrollo del proceso del lenguaje matemático, potencia la capacidad lingüística, facilita la adquisición de la lengua extranjera y estimula el trabajo cooperativo y la sociabilización en el grupo. Además, el aprendizaje musical mejora la concentración y la capacidad de atención y supone una forma comunicativa que permite la expresión de emociones y sentimientos lo que resulta indispensable para el alumnado con Necesidades Educativas Especiales.

Gracias a las canciones infantiles, en las que las sílabas son rimadas y repetitivas y van acompañadas de gestos que hacen que mejoren su forma de hablar y les ayuda a comprender mejor el significado de las palabras, la etapa de alfabetización se ve más estimulada.

Por lo tanto, existen cuatro beneficios de la música para la infancia: la seguridad, el aprendizaje, la concentración y la expresión corporal. Cuando comparten canciones sienten comprensión y que están en un clima de ayuda, colaboración y respeto.

Los efectos de la música en el cerebro

Nuestro cerebro tiene miles de receptores que responden a diferentes aspectos de la música como el tono, el ritmo y la letra. Así, la música afecta a nuestro cerebro, pensamiento, espíritu y mente y enriquece los procesos sensoriales, motores, cognitivos, fomenta la creatividad y la disposición al cambio.

La música se origina a través de vibraciones con diferentes frecuencias producidas por algún instrumento, por la voz u otra fuente que nuestro Sistema Nervioso Central transforma en señales eléctricas. Previamente, estas ondas son transportadas a través del aire y entran en el oído, donde tres pequeños huesos ubicados en el medio amplifican las ondas de sonido y luego son convertidas en impulsos eléctricos que son transmitidos al cerebro por medio de los nervios auditivos. Es en ese momento en el que el cerebro llega a interpretar esos impulsos eléctricos como sonido. El compás, la tonalidad, la melodía, la armonía aluden a diferentes áreas del cerebro. Todas ellas se conectan a complejas redes neurológicas. De hecho, la emoción musical intensa se relaciona con regiones cerebrales que participan en el proceso de recompensa, motivación: striatum ventral, amígdala, el cerebro medio y regiones del córtex frontal y con la liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado a la regulación emocional, la alerta y el estado de ánimo.

Según Conscious Lifestyle Magazine la música afecta a nuestro cerebro en 4 áreas distintas:

  • Emoción: La hormona oxitocina está relacionada a la vinculación que puede existir entre dos personas y puede ser producida por medio del canto. Escuchar música crea picos de emociones que incrementan la cantidad de dopamina, un neurotransmisor que ayuda a controlar los centros de recompensa y placer del cerebro. Además ayudan a procesar otras emociones como miedo, tristeza, resentimiento y dolor, aun cuando estén presentes a nivel subconsciente.
  • Memoria: En un estudio realizado en la Universidad de California en el 2009 se descubrió que existe una parte del cerebro que asocia la música con recuerdos al experimentar momentos emocionales sobresalientes.
  • Neuroplasticidad: Es la capacidad que el cerebro posee para funcionar de forma adecuada después de haber sufrido algún daño. La música tiene la habilidad de proporcionar estímulos que construyan nuevos caminos para ayudar al cerebro a renovarse después de alguna lesión.
  • Atención: Escuchar música ayuda al cerebro a anticipar acontecimientos y mantener una mayor atención. Aunque en ciertos casos puede también que sean una fuente de distracción y dificulte la capacidad de concentración. Esto depende no sólo de la personalidad de la persona sino también del tipo de música que se esté escuchando.

La relación entre la música y la sodera

Mucha gente que no está vinculada con el mundo de la sordera desconoce la relación de esta discapacidad con la música. Numerosos estudios académicos y algunas experiencias e iniciativas musicales con personas sordas relacionan de forma exponencial el desarrollo de la capacidad intelectual, y también emocional, con los estudios musicales a temprana edad. La música favorece el aprendizaje, ayuda a la relación y la comunicación, favorece la seguridad en uno mismo, la motricidad, la memoria, la creatividad, la concentración y el desarrollo de estructuras complejas de pensamiento cognitivo.

El Método Verbotonal, metodología que ofrece una mayor oportunidad a la música como herramienta de aprendizaje para el alumnado con deficiencia auditiva, lleva trabajando en el campo de la discapacidad auditiva desde los años cincuenta del siglo XX. Este método ha podido demostrar que la sordera no supone una destrucción caótica del oído y que mediante la habilitación/rehabilitación auditiva el menor puede llegar a decodificar el sonido de forma alternativa mediante el uso de prótesis auditivas o implantes cocleares. Un apartado importante de este método es el trabajo con la música, ya que ésta se fundamenta en los mismos parámetros que el lenguaje: ritmo, pausa, tiempo, entonación…, demostrando que es una herramienta fundamental en el proceso de rehabilitación del lenguaje.

Por otra parte, el sonido y la música tienen como base la vibración. El sonido es una vibración originada de un cuerpo y difundida mediante ondas que presenta cuatro cualidades: timbre, intensidad, duración y altura que pueden hacer que la música llegue a una persona con sordera:

  • La altura es la frecuencia que produce un cuerpo sonoro. La cantidad de vibraciones que se producen por segundos. Conforme a esto se pueden distinguir los sonidos como graves o agudos.
  • La duración es el tiempo que duran las vibraciones que produce un sonido y está relacionada con el ritmo.
  • La intensidad es la fuerza con la que se produce un sonido y depende de la energía.
  • El timbre es la cualidad que nos permite distinguir voces e instrumentos.

Es cierto que una persona con sordera tal vez no pueda distinguir las cuatro cualidades de la misma manera que una persona oyente. Sin embargo, esto no significa que las personas sordas no pueden aprender, percibir y disfrutar la música.

Una persona sorda, incluso los menores que presentan pérdidas auditivas profundas, son capaces de apreciar las vibraciones, percibir la música con todo su cuerpo y distinguir los patrones rítmicos. Además, está demostrado que el trabajo con la música enriquece los procesos sensoriales, cognitivos y motores.

La música se escucha a través de los oídos, pero también se puede escuchar a través de las manos, de los brazos, los pómulos, el cuero cabelludo o el pecho. De hecho, cuando abrimos nuestro cuerpo para sentir las vibraciones que los instrumentos nos provocan, la más mínima diferencia puede ser percibida por la parte más pequeña de nuestro cuerpo.

La música es una manifestación artística que tiene como fin expresar sentimientos, contar historias, pensamientos o mostrar ideas a quienes la disfrutan. Cuando hablamos de música pensamos en sonidos, melodías, canciones… pero la música tiene otros elementos claves que la convierten en un elemento fundamental en la vida de los seres humanos. La música afecta al campo perceptivo de quien la disfruta, y no solo al campo auditivo, también al campo visual y al sensitivo. Por lo tanto, se puede aprender a escuchar la música a un nivel más sensitivo, ya que las vibraciones que la forman son lo que realmente percibimos y las personas con sordera pueden aprender a escucharlas.

La aplicación del Método de Música de Crecer con Confianza con colectivo con sordera

Es aquí donde nuestro trabajo con los menores con discapacidad auditiva entronca con el trabajo que se realiza mediante el método Crecer con Confianza.

Tal y como explica su autora, la dra. Marta Toro, la experiencia musical y emocional produce respuestas a nivel del sistema nervioso central y periférico. Desde la experiencia que nos proporciona nuestro trabajo diario, consideramos que estas actividades ayudan a la mejora de la atención, la percepción y la motivación hacia el aprendizaje, aspectos todos ellos necesarios para un desarrollo armónico de la persona.

Una vez adquiridos estos procesos cognitivos podremos dar el paso para lograr el desarrollo de las funciones ejecutivas como son la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva, indispensables todas ellas para el éxito en la vida. En nuestra vida diaria necesitamos las funciones ejecutivas para desenvolvernos en nuestro entorno y conseguir nuestros objetivos. Son fundamentales, por ejemplo, para planificar las actividades de cada día, el orden en el que vamos a realizarlas, qué podemos hacer si necesitamos cambiarlas por algún contratiempo o imprevisto y como regular nuestro estado de ánimo ante dichos cambios, así como, desarrollar la tolerancia ante la frustración que estos cambios suponen.

La mayoría de los estudios se han centrado en estudiar los beneficios de la música en el desarrollo de la percepción auditiva y las habilidades lingüísticas en la infancia con sordera.

Sin embargo, la música, al igual que otras actividades artísticas, deportivas y lúdicas ayudan a la relajación, al desarrollo de las emociones y a la disposición para otros aprendizajes.

En este sentido, es una manera de ayuda al menor con discapacidad auditiva a expresarse, y favorecer su autoestima y autocontrol. También contribuye a mejorar su concepción corporal y a desarrollar habilidades motrices, como la coordinación o la orientación espacial. Además, compartir experiencias musicales con sus compañeros (con y sin discapacidad auditiva) resulta muy enriquecedor y fomenta la cohesión grupal, el deseo de compartir sentimientos, prácticas, concepciones del mundo y significados que las personas construyen e interpelan en la interacción.

El mundo de la discapacidad auditiva es muy amplio e interesante y todavía quedan muchos interrogantes por resolver. La música puede ser un valioso instrumento para la comunicación de la infancia con sordera y debemos aprovecharlo al máximo. Por ejemplo, a nivel social, la música puede convertirse en el pretexto perfecto para la creación de escenarios que favorezcan la inclusión social y cultural de las personas sordas en entornos tradicionalmente contemplados para las personas oyentes.

La música es mucho más que un fenómeno acústico, es un pasaje vivo-emocional-relacional que involucra distintas dimensiones del ser a través del cual se pueden crear espacios en donde la sordera no sea un impedimento para que las personas puedan crear y recrear sentidos en la interacción.